viernes, 26 de junio de 2020

LA PRINCESA CELTA

Reconstrucción del palacio y traslado del cuerpo
Ella había nacido en el seno de una familia privilegiada. Una familia que controlaba el trasiego de caravanas que transportaban el estaño que, procedente de Britania, viajaba hasta Etruria y Grecia; el ámbar proveniente de los países del norte y el vino o la sal que se dirigían a Britania. Hasta allí llegaban las caravanas con sus cargamentos y gran parte de ellas continuaban el viaje a través del río[1] pero siempre dejaban parte de su carga, muy apreciada por las gentes que podían permitírsela.

Sobre una colina de cima plana, se había construido una ciudadela que dominaba los extensos campos agrícolas y las viviendas de los agricultores que la circundaban. Para proteger la indudable riqueza de la ciudadela, se había construido un sistema defensivo realmente impresionante. Fosos y muros de más de 8 metros de espesor con un sistema de piedras y vigas de madera transversales y longitudinales unidas por clavos de hierro, sobre una base de escombro bien asentada y un revestimiento final de piedra que los hacía prácticamente inviolables[2].

La casa donde había nacido era un auténtico palacio compuesto por varios edificios.  El principal, de 35 x 21 metros y 12 de altura, estaba destinado a actividades públicas y los otros a la vivienda propiamente dicha. Las viviendas de los habitantes, estaban  construidas con adobe y vigas de madera con un revestimiento de cal que refulgía cuando les daba el sol, haciendo un hermoso contraste con los techos de paja. A ella le gustaba observar todo aquello desde la altura durante el ocaso, pensando en las palabras de sus padres, “un día gobernarás sobre todos ellos y deberás hacerlo con justicia”.
Kilix, copa para el vino

Mientras llegaba ese día, a ella le gustaba corretear entre los edificios y mirar en el del correo a ver si había llegado algún mensajero con noticias importantes o subirse a la escalera y mirar en los almacenes construidos sobre pilotes para que los roedores no pudieran entrar. Así se hacía una idea de cuántas cosas se consumían y de cuándo empezaban a escasear.

Pero lo que más le gustaba era asistir a las sesiones que se celebraban en los edificios excavados en la tierra, oscuros y silenciosos donde se narraban historias que encendían su imaginación. A veces eran historias que llevaban los comerciantes, otras eran narraciones de su propio pueblo y otras de los dioses que les protegían y que también les castigaban. Muy a menudo se desarrollaban sesiones de música y canto y entonces se podía bailar, que era lo que ella prefería. En estas ocasiones todos bebían el vino que se producía en la región y que era muy apreciado fuera de ella, incluso lo trasladaban en ánforas selladas, a lo largo del río para abastecer a las poblaciones por donde pasaba.
Torques

Un día que estaba en el puerto del río contemplando como cargaban una de las naves, vio a un grupo de esclavos que iban a ser embarcados para venderlos río arriba en alguna de las grandes poblaciones que requerían muchas mercancías. Entre ellos iba una jovencita de aspecto triste y cabeza gacha que, al sentirse observada, levantó hasta que se cruzaron sus miradas. Fue una mirada suplicante, o así le pareció a ella, era como si dijera “no dejes que me embarquen”. Ella se dio media vuelta y corrió en busca de su padre para rogarle que se quedara con la muchachita de mirada triste. Él que era incapaz de negarle nada a su hijita, se acercó hasta el muelle y preguntó a los estibadores por el grupo de esclavos que acababan de embarcar, le señalaron al capitán del barco como el responsable de la carga y fue a hablar con él.
Crátera

Después de una larga negociación que ella seguía en la distancia sin saber qué se decían, vio como el capitán daba una orden y al cabo de un rato aparecía en la cubierta la muchacha cuyo rostro dejaba traslucir la sorpresa y el miedo que sentía ante aquel cambio imprevisto. Su padre habló con uno de sus hombres que salió corriendo en dirección al palacio, para volver con una bolsa de cuero en las manos que depositó en las de él. De ella extrajo unas piezas de metal que entregó al capitán y éste hizo lo propio con la muchacha. Bajaron del barco y se dirigieron hacia el palacio. Por el camino ella se sumó al grupo correteando alegre a su alrededor. Al llegar su padre llamó al jefe de la intendencia y le entregó a la chica para que la asearan y le indicaran que a partir de ese momento estaba al cuidado de su hija.
Gorgona, detalle de la crátera

Aquella muchacha procedía de Tracia, había sido vendida por sus familiares al fallecer sus padres y su destino más probable era ser vendida a algún hombre que la utilizaría como a un objeto sexual hasta que se hartara de ella. Por eso, cuando se dio cuenta de cuál iba a ser su destino, lloró de alegría. A partir de ese momento no se separó de la niña y le agradeció toda la vida el giro que le había dado a la suya. Juntas se hicieron mayores y cuando ella se unió con el hombre destinado, se encargó de vestirla, peinarla y engalanarla para la ceremonia. En ese momento la princesa le hizo prometer que, si moría primero, la engalanaría con el mismo cuidado y la vestiría con las mejores prendas.

Llegado ese día la doncella cumplió con su palabra. Le puso el vestido más hermoso que nunca tuvo sujeto por varias fíbulas de hierro. Le colocó un collar de gruesas cuentas de ámbar y piedra, varios anillos  y pulseras de pizarra, una tobillera de bronce, un brazalete de lignita y un torque de oro macizo de 24 quilates y un peso de 480 gramos, rematado en la figura de un caballo alado. Así engalanada la subieron a un carro de cuatro ruedas de radio, de 74,5 centímetros de diámetro, con la rodadura recubierta de hierro y numerosos apliques metálicos que aludían a su estatus social y la historia de su familia. 

Reconstrucción del carro funerario
El carro tirado por dos caballos, encabezaba la procesión e iba seguido por otro tirado por bueyes que portaba el ajuar con el que la iban a enterrar. Una riquísima vajilla venida del Mediterráneo: una pátera de plata, una gran crátera de bronce del sur de Italia, un oinochoe para escanciar, también de bronce, y los vasos de cerámica ática que servirían para beber durante la ceremonia. La crátera donde mezclarían el vino iba desmontada debido a su gran tamaño.

Y así la trasladaron hasta el túmulo que estaba preparado en lo alto de la colina. Habían construido un muro de unos 2 metros de altura que rodeaba a la construcción de 42 metros de diámetro y 5 de altura rematada en una cúpula de bloques de piedra. La cámara, de 4x4 metros estaba forrada de madera y en su centro colocaron el carro desmontando las ruedas que dejaron apoyadas en la pared. A su lado montaron la gran crátera de 1.100 litros de capacidad y 208,6 kg de peso, que estaba dividida en piezas individuales.

Torques, detalle
El recipiente estaba hecho de una sola lámina de bronce martillado de tan solo 1 mm de grosor y unos 60 kg de peso, con un diámetro máximo de 1,27 m. El cuello era un anillo de bronce decorado con ocho carros cada uno de ellos tirado por cuatro caballos y conducido por un auriga y con un hoplita[3] completamente armado a pie tras el carro. En el cuello se apoyaban las  asas con forma de voluta de 55 cm de altura que estaban sostenidas por leonas rampantes. En cada una de ellas figuraba la cabeza de una Gorgona, el trabajo era tan esmerado y de tanto relieve que acumulaba un peso de 46 kg por cada asa. El pie, con un diámetro de 74 cm, estaba hecho de una sola pieza moldeada y pesaba 20,2 kg. También estaba decorado con motivos vegetales estilizados.

Mientras se montaba la crátera, los presentes entonaban cantos en honor de la mujer. Una vez montada, se llenó de vino y cada uno tomó una copa y sucesivamente fueron acercándose a llenarla, bebiendo en su memoria y derramando una pequeña cantidad en el suelo a modo de ofrenda.

Una vez terminada la ceremonia el túmulo se cerró en el año 500 ac. Se encuentra en el Mont Lassois junto a la ciudad francesa de Vix, en el norte de Borgoña, Francia.


Reconstrucción de la tumba






[1] Río Sena, navegable a partir de este punto

[2] Muros Gallicus, descritos por JulioCésar

[3] Soldado de infantería pesada

No hay comentarios:

Publicar un comentario